martes, 16 de abril de 2013
Caminando a ninguna parte
Gina era una guapa y enérgica mujer, tenia porte sexoso y seguridad femenina. Gina estaba ya mas cerca de los treinta que de los veinte.
Había decidido huir de su ciudad natal unos años atrás, dejando un padre alcohólico apestoso, una madre golpeada y un par de hermanos inútiles drogadictos. Por las tardes los hermanos de Gina robaban el poco dinero que su madre ganaba mamandole el pene al viejo de la tienda de la esquina, con el compraban una bolsa de papel y pintura en aerosol, lo rociaban dentro de la bolsa hasta formar una película de pintura para inhalar los vapores e iniciar su viaje. Gina estaba cansada de la estúpida vida de sus hermanos y de luchar para evitar varias veces ser violada por su padre, así que huyó.
Una pequeña ciudad cosmopolita vecina la adoptó. Sola y sin conocer a nadie encontró un departamento viejo y sucio e infestado de cucarachas para vivir los primeros meses. Fue contratada en un trabajo mediocre donde no importaba si tenia talento o no, lo que importaba era si su culo era del gusto de Pedro, el dueño de la empresa.
Gina quería hacer una vida formal, una vida honesta, ya saben, trabajar, esposo, hijos, un perro y todo ese rollete, eso era lo que ella deseaba, a lo que aspiraba pero su belleza se convirtió en su enemigo mas fuerte.
Pedro era un tipo sádico, adicto al porno, de unos cincuenta años, obeso, con una enorme papada de colesterol y bolsas de cebo debajo de unos ojos rojos, irritados por la pantalla de la computadora y largas cejas grises y cabello escaso.
Varias veces llamaba a Gina pidiendo reportes de nada, no tenia excusas, lo único que el deseaba era verle el culito redondo a Gina, verla día tras día para entrar luego al baño de su oficina y masturbarse.
Gina había rechazado varias veces a hombres mayores, pero había algo que la tentaba, algo que era mas fuerte que su lealtad a si misma, el dinero de Pedro. Gina anhelaba dinero y poder costara lo que costara.
Una tarde el viejo Pedro la llamó, no le basto verle su deseable trasero así que por fin lo dijo, le ofreció un aumento considerable de sueldo a cambio de una mamada al día. Era una oferta tentadora pero repugnante pues el gerente tenia capas de piel gorda y peluda colgando de su barriga que cubrían su pene. Gina sintió nauseas tan solo de imaginar lo que tenia que hacer pero su ambición era grande y aceptó.
Todas las tardes, justo cinco minutos antes de la hora de salida, se veía Gina salir de la oficina de Pedro tratando de contener el vómito y corriendo al baño de damas. Así pasaron varios meses, aunque Gina incrementó sus ingresos, al mismo tiempo incremento sus gastos, se mudo a un departamento mas fino y tenia una terrible adicción a viajar así que el dinero de las mamadas aún no era suficiente.
Convencida ya de que con su belleza y cuerpo podía obtener lo que se proponía presentó su renuncia y decidió buscar un empleo mejor pagado y con un jefe joven y atractivo aunque debiera seguir mamando vergas.
Así Gina paso la primer mitad de su tercer década de vida, fiestas, bares, viajes, amantes ricos y la independencia que siempre deseó. De pronto sintió cansancio, sintió de nuevo esas ganas de formalizar su vida y sus relaciones, se dio cuenta de todo el dinero que había despilfarrado, de todo lo que sus amantes habían invertido en ella y que a la fecha no tenia ni un puto quinto en su cuenta de banco, ni siquiera tenia un coche.
Consiguió un trabajo decente en una institución gubernamental, horas y horas de papeleo e historias trágicas y estúpidas de las vidas de putas baratas, de niños abusados sexualmente por sacerdotes y jóvenes adictos suicidas.
Una tarde cualquiera, Gina conoció a Sergio, un tipo de quien se enamoró, se enamoró perdidamente, como nunca había sentido el puto amor en su puta vida. Era un buen partido, además de los veintidós centímetros de pene que poseía, era alguien con quien podría realizar sus sueños de niña adolecente, una casa, un marido, hijos y un perro. Pero había un problema, el tipo ya tenia una casa, una esposa, hijos y un perro, a Gina eso no le importo, al fin y al cabo no era la primer ni la ultima vez que se involucraría con quien no debía, así que decidió ser su amante. Nadie, ningún otro hombre le daba sexo como se lo daba el. Pene, lengua, vagina, ano, dedos, fluidos y babas, daban a ambos noches de sexo multiorgásmicas.
Gina seguía en contacto con sus antiguas amistades, correos electrónicos y llamadas telefónicas la unían a toda esa farándula de mierda, de cierto modo seguía atada a todo eso, ella se limitaba a solo recibir saludos y montones de " te extraño", " te deseo" y todo el paquete verbal de los cortejos. Por respeto a Sergio y, por ridículo que paresca, el inmenso amor que se tenían, no volvió a aceptar verse con toda esa bola de cabrones calientes.
De cierta forma vivía la vida de ensueño que siempre deseó, nada le faltaba, tenia amor, tenia un buen trozo de carne que le quitaba las ganas, tenia atención. Por primera vez se sintió amada. Una o dos veces a la semana Gina y su nuevo novio casado dejaban que sus cuerpos se expresaran, era como el magnetismo de un imán, se atraían, apenas se cruzaban las miradas sus ropas interiores se mojaban, los fluidos llegaban, las ansias invadían sus cuerpos y dejaban que la carne y los instintos animales los manipularan como marionetas porno. Les encantaba mamarse, sentir la carne tersa y suave uno del otro, sus texturas, sentir sus sabores únicos en sus bocas, saciarse de líquidos hasta estallar. Gina era muy diestra en el ramo oral y Sergio... pues tenia una habilidad nata en su lengua para frotarla contra el clítoris de Gina.
Gina había tenido un amante anterior, Pierre, un tipo joven adinerado, llevaba una vida de excesos, alcohol, drogas y orgías tipo romano. Gina fue parte de eso también.
Una tarde recibió una llamada, era el . Se acercaba el festival porno y quería que Gina lo acompañara, al fin y al cabo no había ningún compromiso, solo seria una buena noche de excesos, su novio Sergio no tenia por que enterarce, el vivía en otra ciudad.
Gina recordaba todo lo que había vivido y era inevitable sentirse seducida por las drogas, el sexo anal y también por el dinero, que mucha falta le hacia. Una parte de su cerebro le decía que si, la otra le decía que no pues corría el riesgo de perder a su amado Sergio, pero su culo estuvo a favor así que era dos a uno. Aceptó la invitación.
Bastó inventarce una reunión con amigos del trabajo para que su amado Sergio se quedara tranquilo. Sergio no era estúpido, el sabia perfectamente del pasado de Gina a pesar que ella nunca se lo contó. El era adinerado también pero la mantenía a raya, solo le daba pequeños regalos eventuales y dinero de vez en cuando, sabia a la perfección que si le daba oportunidad ella lo desfalcaría.
A pesar de la excusa , el se quedó incomodo, Gina era una magnifica mentirosa pero el también, mentía día a día a su mujer para encontrarse con Gina, así que no le creyó nada. Como se vive se juzga.
Era un salón alfombrado en rojo, había un lobby con varios muebles y una barra con bebidas de todo tipo, hasta había también una sala para fumar mariguana. Gina y Pierre llegaron al lugar, ella, con treinta años ya y una infinidad de vivencias en su espalda ya no lucia tan sexy como antes, sus ojos no emitían la misma energía que emitían cinco años antes, comenzaba a verse vieja. Había una línea muy delgada entre verse en buenas carnes, a verse gorda, pero aún así era digna de los deseos mas prohibidos de cualquier hombre. Bebieron un par de tragos en el bar y caminaron al lobby para socializar con los demás swingers.
Pierre reconoció a Iván ,un amigo suyo gay, le preguntó a Gina si se sentía cómoda si dejaba que el amigo joto los observara mientras lo hacían en uno de los departamentos del lugar, ella dijo que si, que sería divertido.
Entraron a la habitación, Gina y Pierre comenzaron a besarse, ambas lenguas entraban y salían de la boca de cada uno, de inmediato las respiraciones se agitaron volviéndose gemidos y gruñidos, Pierre estaba de pie recargado en la pared, Gina bajó un poco para besar su pecho mientras su mano estaba ya dentro de su pantalón, Iván, el amigo gay, se limitaba a observar y morderse los labios. Gina despojó a Pierre de sus ropas y metió de golpe su pene en su boca, lo sacaba y metía con delicadeza y rapidez, rosaba sus labios y lengua contra el mientras Iván ya estaba desnudo también y se masturbaba, pronto se unió a la fiesta y entre el y Gina dieron de mamadas a Pierre, era un trío poco convencional, Gina lo había hecho antes con dos hombres, mas nunca con uno hetero y el otro homo. Mientras Gina mamaba sin parar, Iván trataba de meter su lengua en el ano de Pierre, era una completa aberración esa escena, puta, joto y depravado se daban placer sin parar, como si quisieran matarse , meterse por completo en cualquier cavidad de sus cuerpos. Eran una maquina de carne que se alimentaba de ruidos de dolor, de placer y perversión.
De pronto una sombra les cubrió el rostro, Sergio tenia ya un buen rato presenciando la obra, un cúmulo de sentimientos invadieron su ser, era una mezcla de dolor, repugnancia, odio, celos y exitación.
Se batió a golpes con Pierre, no tuvo problema alguno en someterlo, la condición física de Pierre era pésima, el abuso de drogas a través de los años le había jodido por completo, en cambio Sergio era mas atlético, de joven trabajó como cargador en un almacén de materiales para construcción y actualmente se ejercitaba todas las tardes luego del trabajo en la oficina. Pierre terminó con los dientes rotos, Gina con las mejillas apunto de brotar sangre por el par de bofetadas que Sergio le dió e Iván simplemente huyó del lugar. Gina salió corriendo detrás de Sergio, imploraba que la perdonara, que la dejara explicar que lo que hizo fue una falta al amor que se tenían pero que para ella no significaba nada, solo era sexo, sexo puro y sin sentimientos, placer carnal.
Sergio subió a su coche y aceleró hasta el fondo, dejando una estela de humo de caucho quemado donde apenas de distinguía la silueta de Gina.
Gina lloraba arrepentida, sentía que su alma se arrancaba al ver como el hombre que amaba se perdía en el asfalto . Lo había arruinado, en verdad lo jodió, jodió su relación, jodió sus sueños y jodió su vida.
Pasaron así los años... Sergio siguió con su vida y prosperó mucho, su empresa constructora firmó contratos millonarios con varios ayuntamientos. Pierre siguió malgastando el dinero de su herencia en drogas y putas, acabando con su salud cada vez mas. Iván se prostituía para recaudar dinero para unos implantes mamarios , nunca lo logró, enfermó de sida y agonizaba. Gina regresó a su antigua vida fiestera, siguió mamando vergas a cambio de dinero pero el paso de los años habían causado estragos en ella, aquel cuerpo que alguna vez le dio de comer se había consumido, ahora estaba flaca, enferma y pálida. Vivía en aquel viejo departamento infestado de cucarachas donde llegó por primera vez, ahora mamaba la verga de un viejo a cambio de unas cuantas monedas tal cual lo hacia su madre.
Ella sabia de Sergio, sabia donde encontrarlo pero nunca se atrevió a verlo otra vez, ni siquiera para pedirle ayuda.
Se pasaba las horas encerrada, esperando al viejo de las mamadas para comprar un poco de pan y cigarrillos, solo recordaba sus inicios y su vida de esplendor, su juventud y analizaba cada paso, cada decisión errada tomada en su vida que la llevo a terminar en las condiciones pésimas en las que se encontraba, lo único que tenia seguro era que cualquier día la encontrarían muerta, desmembrada en algún callejón.
Sabia perfectamente que no se encontraba donde estaba por obra de dios, ni por mala suerte, sino por los caminos que ella decidió tomar, sabia que ella misma escribió su destino y se lamentaba por ello.
En los diarios amarillistas se publicaron imágenes del cuerpo de una mujer de entre cuarenta y cinco y cincuenta años en estado de descomposición, las cucarachas salían de su boca y las ratas habían ya comido gran parte de su rostro.
Gina había muerto.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
:(
Publicar un comentario